martes, 9 de diciembre de 2014

2.feliç dia tinguis, iaia!

Me despierta un sonido. Seguidamente una vibración en el asiento. Abro los ojos, miro la pantalla. Todavía quedan dos horas para llegar, sólo es el aviso del cinturón de seguridad por turbulencias. Me lo abrocho y sigo intentando dormir, sin éxito. 

- What would you like to drink? -oigo a mi derecha con una voz suave, casi insonora-
- Water, please. -contesto frotando mis ojos y cerrando mis párpados fuertemente una y otra vez-

Una sensación extraña me invade. Mentalmente es como si hubiera estado durmiendo toda la noche, físicamente como si no hubiera dormido en dos semanas. Me duele la mayor parte del cuerpo y no dejo de estirarme y bostezar,

-Indonesian or Western breakfast? -vuelvo a escuchar en el pasillo y preparo mi respuesta, echando un vistazo al menú-

Finalmente, termino comiendo ternera al curry con arroz, macedonia de frutas tropicales, yogur, croissant y zumo de naranja. Un banquete nupcial antes de llegar a una ciudad donde no sé qué comeré, así que a pesar del jet-lag, acepto la ingesta.

Ya son las doce y media en Yakarta cuando aterrizamos en medio de arrozales y vegetación tropical. No tengo ventanilla, así que me conformo con las vistas que alcanzan mis ojos cansados, al mismo tiempo que pienso en cómo será el primer impacto al salir del aeropuerto. Quiero empaparme del olor, del clima, del trato con los nativos, de todo lo desconocido en general. Y así es. Nada más bajar del avión noto como mi sonrisa es constante, sin saber ni porqué. Miro a un lado; palmeras, plataneros, un estanque artificial me dan el toque que esperaba. Hacia el otro lado; un operario del aeropuerto en la pista, camina lento, va en manga corta, quitándose el sudor de la frente con su brazo. El lugar que venía buscando. 

En el autobús hacia el centro me siento junto a David, ciudadano de Jakarta; de ahora en adelante con J, pues es así como se escribe en indonesio. Él me indica la parada más cercana al lugar donde voy a dormir. Poco a poco me crea una sensación de paz y confianza. Cuando conozco a alguien por primera vez, sin haber oído antes hablar de esa persona, es más fácil que fluyan las sensaciones; no existe un prejuicio por el cuál pensar que quizá sea de un modo u otro. Simplemente hay buena o mala conexión y tiene mucha más gracia que el encuentro haya surgido de manera totalmente casual. Al bajar del autobús, para un taxi y me lleva hasta la puerta del albergue.

Las calles están muy transitadas. Tráfico de toda clase de vehículos mezclados en un ir y venir constante y sin ley. Me llama la atención un hombre que lleva a un bebé en moto y va mirando el móvil a la vez. Me exclamo por la habilidad y por el peligro, ambos impactan. Muchas miradas caen sobre mí a cada paso. Todas ellas parecen buscar conversación, aunque sólo algunas consiguen sacarme un "halo!" o un "no, thank you!". La mayoría están trabajando, sólo quieren que les compres cualquier objeto o subas a su moto para llevarte donde quieras. Pronto me hago a ese carácter y le encuentro una parte muy pura y natural, que es la supervivencia.

Una frase de mi abuela entra en mi mente sin premeditación alguna: "Sigues feliç mentre no facis mal a ningú ni et posis en perill". Cuánto tiempo he tardado en darme cuenta que no hay más barreras que esas para perseguir un sueño, aunque a mi parecer, las dos son muy subjetivas. Así que simplemente se trata de hacer cualquier cosa que desees, sin sentir que estás dañando a alguien o estás poniéndote en peligro. Precisamente hoy es el santo de mi abuela y me gustaría poder llamarla.

Voy en busca de un teléfono móvil y una tarjeta con número indonesio. Me da un poco de respeto usar los moto-taxis, ya que el tráfico es denso y las carreteras están mojadas. Pero arriesgo y me agarro a la chupa de cuero desgastada de un indonesio, extrañamente, gordo. Definitivamente, los indonesios son muy hábiles en la conducción. Pasamos por carreteras en contra dirección, aceras, cruces sin semáforo alguno, calles estrechas llenas de peatones, todo es válido mientras el vehículo quepa por donde pasa. Termina el trayecto en la puerta de un centro comercial, donde el indonesio gordo me indica que esperará a que salga.

- No, thank you. I had enough.-es mi respuesta-. Pago y desaparezco.

Más tarde, aún sin móvil, me dirijo hacia la estación de autobuses para ir a otro lugar donde, en teoría, deben haber tarjetas para llamar a España a buen precio. Allí conozco a Yanthy, una chica muy amable que me acompaña toda la tarde y me regala un móvil que ella no usa.

Por la noche, paramos a una especie de furgoneta sin puerta, el techo bajo y el interior con un banco hecho a mano que bordea todas las paredes. Ahí compartimos un trozo de trayecto con otras personas que toman la misma dirección. Es una opción divertida y más económica que los taxis, pero debes entender y conocer el lugar a dónde van.

Yanthy me lleva a conocer un mercado nocturno al este de Jakarta. Los tenderos están especializados en su venta de alimentos, hasta tal punto que hay paradas enormes donde únicamente venden plátanos. Otras venden pollos llenos de moscas, peces que todavía saltan o frutas exóticas que jamás había visto. Es sorprendente la cantidad de gente que compra por la noche; aunque siendo la cuarta ciudad del mundo con más habitantes por kilómetro cuadrado, algún lugar así es necesario para todo tipo de públicos.

Termina mi primer día y estoy agotada, pero contenta. Al fin encuentro mi sitio. Quizá no provenga de un país pobre, sucio y sin ley; pero las vibraciones que desprende este ambiente callejero con sus habitantes sencillos, amables y hospitalarios; no las había sentido nunca antes. Me siento orgullosa de haber dado este paso y encontrar felicidad real, la que desprende la calidad humana.


5 comentarios:

  1. Silvia, dos cosas, creo que el fondo que tienes dificulta la lectura, mejor ponerlo clarito y liso. Y otra, que deberías añadir gadget de suscripción para que la gente te pueda seguir clicando un botón donde pone seguidores.
    Veo que estás muy feliz con el ambiente que se respira por allí, sigue escribiendo todo lo que puedas que aquí estamos todos preocupados por como te va.
    Muaaaaaak

    ResponderEliminar
  2. Vale! lo quería cambiar por una foto de aquí, pero aún tenía que hacerle algunos retoques. Y lo del gadget de suscripción ahora mismito iba a hacerlo! Un beso hermana!! Escribe mail para saber cómo os va todo.

    ResponderEliminar
  3. m'encanta el consell de la teva avia!! i em fa molta gracia perque el trasport és com a Uganda, tota una aventura!!

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar