Me levanto lista para el nuevo día. Pido un mapa
de la ciudad, puesto que planeo que hoy sea mi último día en ella y todavía no
he visto la parte turística. Antes, solía comenzar al revés; primero visitaba
todos los lugares plagados de turistas sacando fotografías y si me sobraba
tiempo me dedicaba a vivir como un local. También debo decir que el mundo
europeo es muy monumental y se presta más a ello que el mundo oriental.
Camino una larga hora para visitar Monas, el
Monumento Nacional. Se trata de un obelisco blanco con una antorcha dorada en
lo alto. En su interior hay un museo sobre la historia de Indonesia. Los
muñecos que interpretan a los personajes históricos son muy expresivos; me
quedo observando sus caras de terror, de impotencia, de sufrimiento, de lucha.
Casualmente, consiguen transportarme a las distintas épocas que representan.
Tomo el ascensor que me lleva hasta el mirador del
obelisco. Una niña preciosa de unos cinco años me mira con detenimiento. Yo le
digo “halo!”, al tiempo que le toco el cabello fino, liso, oscuro. Su madre le
habla, empujándola hacia mí, separándola de su pierna. Intuyo que quiere que
pierda la vergüenza, pero la niña sigue agarrada a la pierna y esta vez incluso
se tapa la cara con el vestido de su madre. En el ascensor, todos nos miran y
sonríen.
Una vez arriba, me asomo por los cuatro costados
del mirador y todo lo que puedo ver es una ciudad interminable. Por uno de los
lados, al fondo, aparece el mar. Monas se encuentra en medio de un parque con
mucha vegetación y algunos estanques con agua verde. Alcanzo a ver cómo un
grupo de niños se bañan en uno de estos. Se tiran uno tras otro y juegan a
salpicarse con el agua. Entonces, cojo una moneda que he encontrado por el
camino y la utilizo para usar uno de los telescopios. Cuando me canso de mirar
los edificios y el mar, encuentro a la niña del ascensor a mi lado y la subo a
la altura de los lentes para que pueda ver ella también.
Jakarta desde Monas |
Hace un calor impresionante. Noto los rayos de sol
en mi piel ardiente. Hay mucha humedad y tengo la ropa empapada. Salgo del
recinto de Monas buscando la sombra de los árboles en las aceras. Un hombre con
cara simpática me aborda; quiere saber de dónde vengo, cuánto tiempo estaré
aquí, si me gusta la ciudad y un seguido de preguntas a las que intento contestar
con un inglés poco complicado para que éste pueda entenderme. De repente,
aparece un compañero suyo y me ofrece una albóndiga indonesia en un pinchito de
plástico. La verdad es que no me apetece mucho comerla, pero los dos insisten
en que es muy rica y debo probarla. Una vez terminada la conversación, sigo mi
camino mientras muerdo un trozo de albóndiga y me giro para gritarles “thank
you! It’s really nice!”.
El coreano me enseñó fotografías de los museos a
los que había ido y eran bastante pobres en contenido. Así que decido callejear
por otra zona de Jakarta y voy a dar con una esquina donde hay un mástil con la
bandera española. Es la embajada de España.
Me quedo mirando al vigilante y finalmente le
pregunto si puedo pasar. No entiende inglés ni español, pero comprende que
quiero entrar. Dentro, se encuentran dos hombres más en una especie de cabina
que da paso a las diferentes secciones del edificio. Uno de ellos duerme
recostado sobre una cajonera. Pido hablar sobre los visados, en español, si puede
ser. En seguida me hacen pasar a una sala con un mostrador, donde asoma la
calva cabeza de un hombre. Le pregunto si tiene idea de cómo trabajar en
Indonesia por mi cuenta y me explica acerca de las legalidades del país. Me
aconseja que si debo abrir algún negocio me asocie con un indonesio para tener
más facilidades y pagar menos impuestos. Salgo de la embajada barajando varias
posibilidades, aunque sé que debo seguir obteniendo información de muchas
fuentes.
El calor es insoportable y paro a un taxi-furgoneta
para volver al albergue.
-Glodok bus?-pregunto al conductor para saber si
va a pasar por ese punto-
Entonces, me hace una señal con la mano para que
suba y me uno a los otros cinco pasajeros. Rápidamente, me preguntan de dónde
soy y al oír la respuesta no tardan en exclamarse y nombrar jugadores de futbol
con mucho énfasis. A mí el futbol televisivo no me apasiona, más bien me parece
horrible; y aunque deteste que no conozcan nada más que eso de mi ciudad,
comprendo que es normal y les sigo la corriente. Me cuentan que se dirigen a la
mezquita a rezar y me preguntan de qué religión soy. Yo les contesto que sólo
creo en el aquí y ahora, cosa que no es del todo cierta, pero que intento día a
día reeducando a mi mente.
De golpe se bajan todos y me quedo sola con el
conductor. Pienso en una profesora que tuve cuando estudié el grado superior de
guía turístico; Rosa. Ella solía decirnos que los temas que debíamos evitar
tratar con nuestros grupos eran futbol, política, sexo y religión. Estoy
totalmente de acuerdo con esto, ya que causan discrepancias rápidamente y es
mejor evitarlos antes que discutir. También es cierto que me he sentido
acorralada y lo último que se me pasaba por la cabeza era decir que no quería
hablar de eso, o aún menos, que mi religión era islámica. Sube otra chica a la
furgoneta y nos miramos a los ojos durante unos segundos, yo creo que ambas
pensando en nuestras cosas. Ya me toca bajar, así que dejo de mirarla y me
preparo para saltar por el agujero hacia la carretera transitada.
Necesito agua. Entro a un supermercado y un
pasillo repleto de paquetes de fideos instantáneos capta toda mi atención. Los
hay de mil sabores, todos con un envoltorio de plástico con letras, dibujos y
colores muy llamativos. Lo más parecido que he visto en mi vida fue en un
supermercado de una conocida cadena en Newcastle, Inglaterra. Allí encontré un
pasillo larguísimo con el surtido más grande de chocolatinas y de bolsas de
patatas fritas que he visto jamás. Es triste, pero el marketing consigue lo que
busca. Normalmente no conmigo, porque suelo ir a comprar mentalizada para no
caer en trampas. Esta vez es diferente y sucumbo a la tentación de escoger el
dibujo que mejor representa mi sabor favorito, ya que no entiendo nada de lo
que está escrito.
Vuelvo al albergue y me pongo directamente a mirar
los horarios del tren de mañana y un lugar para alojarme cerca del templo de
Borobudur. No es tarea fácil; todo lo que al tren refiere está en indonesio y
no consigo reservar mi plaza.
Es increíble, pero quiero pensar que esto sucede a
más personas. Juraría que había visto cocina en el albergue, pero resulta que
sólo hay un microondas. Así que lleno un bol con agua y hiervo los fideos en
este aparato tan dañino y tan útil. El coreano trajo un plato de su tierra a
base de col y pimientos picantes. Me da a probar y me arde la lengua y la
garganta. Bebo agua hasta que no puedo tragar más y seguidamente, otros chicos
me ofrecen cobra.
-Cobra?Is this a snake?-pregunto, alucinada, con
cara de asco y señalando el plato con desprecio-
-Yeeeeah, cobra! Of course it is a
snake!Come on, try it!-me responde uno de ellos con toda naturalidad-
-No, no, thank you…-digo apartándome de su mesa-
De pronto, algo en mí me dice que yo tengo que
probar a qué sabe la cobra. Al mismo tiempo, por la mente me pasa una canción
estúpida que menciona la palabra “cobra” y me río hacia dentro. Vuelvo a
acercarme a la mesa de esos chicos.
-Excuse me!Can I still have some?
-Yeeeeah!
-It’s just that I realized I may not
have the chance to try it again…
Entonces, cojo un pedazo con ambas manos e intento roerlo tal como
ellos hacen, evitando la parte de las costillas, que son huesos finos y duros
parecidos a las espinas del pescado. El sabor es muy parecido al del pollo, la
textura es mucho más dura. Se levanta una conversación acerca del cuerpo
musculado de las serpientes y un chico que está fuerte se compara con ellas. En
ese momento, siento como lo miro con cierta manía porque no me gusta que nadie
alardee de su físico. Nadie se ríe excepto él mismo, así que supongo que todos
hemos tenido esa sensación.
Tengo ganas de hablar con mi chica, Tea. Puede que
sea el último lugar donde tenga conexión a Internet, así que disfruto de una
video-llamada en la que nos ponemos al día y expresamos las ganas que tenemos
de volver a vernos. No tengo claro cuándo va a ser, ni cómo, ni dónde, ni
siquiera si va a pasar. Pero lo más importante es que somos conscientes de
ello.
Cuando decidí viajar sola hacia aquí, lo hice
únicamente por mí, porque sentí que lo necesitaba. Me había pasado toda la vida
cediendo mis deseos al futuro, como si él fuera el que me los tuviera que
conceder. Hasta que me di cuenta de que nada es fácil, porque nunca es el
momento perfecto, pero hay que arriesgar. Y que el único que conoce sus
necesidades y deseos reales, es uno mismo. Al igual que es uno mismo el que
debe luchar para conseguirlos. Así que hace unos días me armé de valor, contra
todo lo que también quería en mi vida. Y aquí estoy, cumpliendo un sueño, al
fin.
Precioso Silvia!! Sigue asi!! Feliz viaje!
ResponderEliminarGracias Marina!Ah, si quieres hacer publi de tu ciudad de vacaciones... adelante!jajaja ;)
EliminarTu chica Tea? no entiendo nada! no me suena ese nombre... q asco me ha dado lo de la cobra, eccs
ResponderEliminarTe echo mucho de menos!
La mama fue a mirarse la tarjeta para llamarte pero se ve que es solo rentable para países de sudamérica, para indonesia salía muy caro, así que no la compró pero está en proceso de descubrir otras alternativas, como llamar desde el locutorio o desde el fijo de mi casa...
Estoy muy triste porque no estarás con nosotros en Navidad pero me a la vez me alegro de que estés tan animada.
Por aquí no andamos muy finos, yo con anemia (creo) y Dani en la cama enfermo, no sé bien que tiene, se encuentra mal y tiene frío...
En fin sister, que te queremos.
Muaaaaaaak
Nota: todos los nombres son ficticios, ya que podría herir la sensibilidad de los personajes en cuestión.
Eliminarno m'ho puc creure! la Silvia probant menjars estranys??? que orgullosa estic de tu!! bon viatje cap al següent destí!
ResponderEliminarmaria...viatGe...
Eliminarusted perdone! això és tot el que has de dir? jo que pensava que et faria il.lusió rebre respostes... pues ahora no te escribo más! deixar de llegir-te no podré que em pica massa la curiositat... jejeje
Eliminarjajajjaja si és pq et piquis!! a més, m'encanten els teus comentaris tan expressius!! nena, la llibreta va genial, eh?? ja t'enviaré fotos de tot el que tinc apuntat en ella! un petó guapa!
Eliminarlaaaaaaaaa piiiiiiiiiicaDURA de la cobra.....
ResponderEliminarjajajajjajaj ja saps que no soc gaire de tecnologies i acabo de descubrir els vostres comentaris, no se tot molt raro... jajajjajaja quan visites llocs o cultures diferents es com que hi ha algo en el teu interior que et crida a provar o fer o sentir coses que mai pensaves que faries o sentiries i un es sorpren a si mateix. M'agrada que tinguis aquests sentiments.
ResponderEliminarApa ara corretgeixme les faltes que en tinc moltes! jajajaja
muak
Doncs sí, cada dia em sorprenc jo mateixa, és molt positiu!! sobretot per les mil manies que tenia... i no et preocupis per les faltes jajajaj que a la Maria li vaig fer de broma!!
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