jueves, 11 de diciembre de 2014

4.cómeme, cobra

Me levanto lista para el nuevo día. Pido un mapa de la ciudad, puesto que planeo que hoy sea mi último día en ella y todavía no he visto la parte turística. Antes, solía comenzar al revés; primero visitaba todos los lugares plagados de turistas sacando fotografías y si me sobraba tiempo me dedicaba a vivir como un local. También debo decir que el mundo europeo es muy monumental y se presta más a ello que el mundo oriental.

Camino una larga hora para visitar Monas, el Monumento Nacional. Se trata de un obelisco blanco con una antorcha dorada en lo alto. En su interior hay un museo sobre la historia de Indonesia. Los muñecos que interpretan a los personajes históricos son muy expresivos; me quedo observando sus caras de terror, de impotencia, de sufrimiento, de lucha. Casualmente, consiguen transportarme a las distintas épocas que representan.

Tomo el ascensor que me lleva hasta el mirador del obelisco. Una niña preciosa de unos cinco años me mira con detenimiento. Yo le digo “halo!”, al tiempo que le toco el cabello fino, liso, oscuro. Su madre le habla, empujándola hacia mí, separándola de su pierna. Intuyo que quiere que pierda la vergüenza, pero la niña sigue agarrada a la pierna y esta vez incluso se tapa la cara con el vestido de su madre. En el ascensor, todos nos miran y sonríen.

Una vez arriba, me asomo por los cuatro costados del mirador y todo lo que puedo ver es una ciudad interminable. Por uno de los lados, al fondo, aparece el mar. Monas se encuentra en medio de un parque con mucha vegetación y algunos estanques con agua verde. Alcanzo a ver cómo un grupo de niños se bañan en uno de estos. Se tiran uno tras otro y juegan a salpicarse con el agua. Entonces, cojo una moneda que he encontrado por el camino y la utilizo para usar uno de los telescopios. Cuando me canso de mirar los edificios y el mar, encuentro a la niña del ascensor a mi lado y la subo a la altura de los lentes para que pueda ver ella también.

Jakarta desde Monas


Hace un calor impresionante. Noto los rayos de sol en mi piel ardiente. Hay mucha humedad y tengo la ropa empapada. Salgo del recinto de Monas buscando la sombra de los árboles en las aceras. Un hombre con cara simpática me aborda; quiere saber de dónde vengo, cuánto tiempo estaré aquí, si me gusta la ciudad y un seguido de preguntas a las que intento contestar con un inglés poco complicado para que éste pueda entenderme. De repente, aparece un compañero suyo y me ofrece una albóndiga indonesia en un pinchito de plástico. La verdad es que no me apetece mucho comerla, pero los dos insisten en que es muy rica y debo probarla. Una vez terminada la conversación, sigo mi camino mientras muerdo un trozo de albóndiga y me giro para gritarles “thank you! It’s really nice!”.

El coreano me enseñó fotografías de los museos a los que había ido y eran bastante pobres en contenido. Así que decido callejear por otra zona de Jakarta y voy a dar con una esquina donde hay un mástil con la bandera española. Es la embajada de España.

Me quedo mirando al vigilante y finalmente le pregunto si puedo pasar. No entiende inglés ni español, pero comprende que quiero entrar. Dentro, se encuentran dos hombres más en una especie de cabina que da paso a las diferentes secciones del edificio. Uno de ellos duerme recostado sobre una cajonera. Pido hablar sobre los visados, en español, si puede ser. En seguida me hacen pasar a una sala con un mostrador, donde asoma la calva cabeza de un hombre. Le pregunto si tiene idea de cómo trabajar en Indonesia por mi cuenta y me explica acerca de las legalidades del país. Me aconseja que si debo abrir algún negocio me asocie con un indonesio para tener más facilidades y pagar menos impuestos. Salgo de la embajada barajando varias posibilidades, aunque sé que debo seguir obteniendo información de muchas fuentes.

El calor es insoportable y paro a un taxi-furgoneta para volver al albergue.

-Glodok bus?-pregunto al conductor para saber si va a pasar por ese punto-

Entonces, me hace una señal con la mano para que suba y me uno a los otros cinco pasajeros. Rápidamente, me preguntan de dónde soy y al oír la respuesta no tardan en exclamarse y nombrar jugadores de futbol con mucho énfasis. A mí el futbol televisivo no me apasiona, más bien me parece horrible; y aunque deteste que no conozcan nada más que eso de mi ciudad, comprendo que es normal y les sigo la corriente. Me cuentan que se dirigen a la mezquita a rezar y me preguntan de qué religión soy. Yo les contesto que sólo creo en el aquí y ahora, cosa que no es del todo cierta, pero que intento día a día reeducando a mi mente.

De golpe se bajan todos y me quedo sola con el conductor. Pienso en una profesora que tuve cuando estudié el grado superior de guía turístico; Rosa. Ella solía decirnos que los temas que debíamos evitar tratar con nuestros grupos eran futbol, política, sexo y religión. Estoy totalmente de acuerdo con esto, ya que causan discrepancias rápidamente y es mejor evitarlos antes que discutir. También es cierto que me he sentido acorralada y lo último que se me pasaba por la cabeza era decir que no quería hablar de eso, o aún menos, que mi religión era islámica. Sube otra chica a la furgoneta y nos miramos a los ojos durante unos segundos, yo creo que ambas pensando en nuestras cosas. Ya me toca bajar, así que dejo de mirarla y me preparo para saltar por el agujero hacia la carretera transitada.

Necesito agua. Entro a un supermercado y un pasillo repleto de paquetes de fideos instantáneos capta toda mi atención. Los hay de mil sabores, todos con un envoltorio de plástico con letras, dibujos y colores muy llamativos. Lo más parecido que he visto en mi vida fue en un supermercado de una conocida cadena en Newcastle, Inglaterra. Allí encontré un pasillo larguísimo con el surtido más grande de chocolatinas y de bolsas de patatas fritas que he visto jamás. Es triste, pero el marketing consigue lo que busca. Normalmente no conmigo, porque suelo ir a comprar mentalizada para no caer en trampas. Esta vez es diferente y sucumbo a la tentación de escoger el dibujo que mejor representa mi sabor favorito, ya que no entiendo nada de lo que está escrito.

Vuelvo al albergue y me pongo directamente a mirar los horarios del tren de mañana y un lugar para alojarme cerca del templo de Borobudur. No es tarea fácil; todo lo que al tren refiere está en indonesio y no consigo reservar mi plaza.

Es increíble, pero quiero pensar que esto sucede a más personas. Juraría que había visto cocina en el albergue, pero resulta que sólo hay un microondas. Así que lleno un bol con agua y hiervo los fideos en este aparato tan dañino y tan útil. El coreano trajo un plato de su tierra a base de col y pimientos picantes. Me da a probar y me arde la lengua y la garganta. Bebo agua hasta que no puedo tragar más y seguidamente, otros chicos me ofrecen cobra.

-Cobra?Is this a snake?-pregunto, alucinada, con cara de asco y señalando el plato con desprecio-
-Yeeeeah, cobra! Of course it is a snake!Come on, try it!-me responde uno de ellos con toda naturalidad-
-No, no, thank you…-digo apartándome de su mesa-

De pronto, algo en mí me dice que yo tengo que probar a qué sabe la cobra. Al mismo tiempo, por la mente me pasa una canción estúpida que menciona la palabra “cobra” y me río hacia dentro. Vuelvo a acercarme a la mesa de esos chicos.

-Excuse me!Can I still have some?
-Yeeeeah!
-It’s just that I realized I may not have the chance to try it again…

Entonces, cojo un pedazo  con ambas manos e intento roerlo tal como ellos hacen, evitando la parte de las costillas, que son huesos finos y duros parecidos a las espinas del pescado. El sabor es muy parecido al del pollo, la textura es mucho más dura. Se levanta una conversación acerca del cuerpo musculado de las serpientes y un chico que está fuerte se compara con ellas. En ese momento, siento como lo miro con cierta manía porque no me gusta que nadie alardee de su físico. Nadie se ríe excepto él mismo, así que supongo que todos hemos tenido esa sensación.

Tengo ganas de hablar con mi chica, Tea. Puede que sea el último lugar donde tenga conexión a Internet, así que disfruto de una video-llamada en la que nos ponemos al día y expresamos las ganas que tenemos de volver a vernos. No tengo claro cuándo va a ser, ni cómo, ni dónde, ni siquiera si va a pasar. Pero lo más importante es que somos conscientes de ello.

Cuando decidí viajar sola hacia aquí, lo hice únicamente por mí, porque sentí que lo necesitaba. Me había pasado toda la vida cediendo mis deseos al futuro, como si él fuera el que me los tuviera que conceder. Hasta que me di cuenta de que nada es fácil, porque nunca es el momento perfecto, pero hay que arriesgar. Y que el único que conoce sus necesidades y deseos reales, es uno mismo. Al igual que es uno mismo el que debe luchar para conseguirlos. Así que hace unos días me armé de valor, contra todo lo que también quería en mi vida. Y aquí estoy, cumpliendo un sueño, al fin.




11 comentarios:

  1. Precioso Silvia!! Sigue asi!! Feliz viaje!

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    1. Gracias Marina!Ah, si quieres hacer publi de tu ciudad de vacaciones... adelante!jajaja ;)

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  2. Tu chica Tea? no entiendo nada! no me suena ese nombre... q asco me ha dado lo de la cobra, eccs
    Te echo mucho de menos!
    La mama fue a mirarse la tarjeta para llamarte pero se ve que es solo rentable para países de sudamérica, para indonesia salía muy caro, así que no la compró pero está en proceso de descubrir otras alternativas, como llamar desde el locutorio o desde el fijo de mi casa...
    Estoy muy triste porque no estarás con nosotros en Navidad pero me a la vez me alegro de que estés tan animada.
    Por aquí no andamos muy finos, yo con anemia (creo) y Dani en la cama enfermo, no sé bien que tiene, se encuentra mal y tiene frío...
    En fin sister, que te queremos.
    Muaaaaaaak

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    1. Nota: todos los nombres son ficticios, ya que podría herir la sensibilidad de los personajes en cuestión.

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  3. no m'ho puc creure! la Silvia probant menjars estranys??? que orgullosa estic de tu!! bon viatje cap al següent destí!

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    1. usted perdone! això és tot el que has de dir? jo que pensava que et faria il.lusió rebre respostes... pues ahora no te escribo más! deixar de llegir-te no podré que em pica massa la curiositat... jejeje

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    2. jajajjaja si és pq et piquis!! a més, m'encanten els teus comentaris tan expressius!! nena, la llibreta va genial, eh?? ja t'enviaré fotos de tot el que tinc apuntat en ella! un petó guapa!

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  4. laaaaaaaaa piiiiiiiiiicaDURA de la cobra.....

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  5. jajajajjajaj ja saps que no soc gaire de tecnologies i acabo de descubrir els vostres comentaris, no se tot molt raro... jajajjajaja quan visites llocs o cultures diferents es com que hi ha algo en el teu interior que et crida a provar o fer o sentir coses que mai pensaves que faries o sentiries i un es sorpren a si mateix. M'agrada que tinguis aquests sentiments.
    Apa ara corretgeixme les faltes que en tinc moltes! jajajaja
    muak

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    1. Doncs sí, cada dia em sorprenc jo mateixa, és molt positiu!! sobretot per les mil manies que tenia... i no et preocupis per les faltes jajajaj que a la Maria li vaig fer de broma!!

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