jueves, 25 de diciembre de 2014

14.querida soledad...

Llego a Ubud como una señorita, ya que por primera vez, dispongo de chófer de puerta a puerta. Durante el camino hace un sol espléndido, pero nada más llegar al hotel se echa a llover con ganas. "Bueno, mientras cesa, me instalo y como algo", pienso. Parece que soy la única huésped, además el lugar está tan alejado del centro, en medio de la selva, que no se escuchan más que un montón de sonidos de diferentes insectos y anfibios. Tenía pensado bajar al centro esta tarde, aunque no me apetece nada mojarme. De momento pido unos fideos, que hace días que no los pruebo y me gusta mucho como los hacen en todas partes, siempre de una manera distinta, pero muy ricos. 

La tormenta sigue, cada vez parece que va a más. Cambio de estrategia y aprovecho para pegarme un buen baño en la piscina, bajo la lluvia. Luego me ducho con el agua más caliente que puedo y pongo una película en la sala de estar, cerca de mi habitación. Siempre me ha parecido muy reconfortante ver una película mientras llueve; imagino que debe ser porque no me gusta perder el tiempo delante de la televisión, aunque si está justificado, lo disfruto. Pregunto si tienen palomitas, sin demasiada esperanza de que así sea; pero la suerte hoy está de mi lado y consigo el ideal de tarde lluviosa. 

El hotel se compone de varios edificios de estilo asiático, parecidos a pequeños templos. Todo es muy amplio, menos la habitación. En ella tan solo cabe una gran cama de matrimonio, la cual luce un edredón rosa con una princesa dibujada y está rodeada por una mosquitera gigante. 

Sólo cuando decido acostarme, empiezo a darme cuenta de lo poco que encaja esta estética ante las siguientes condiciones. En el techo, de madera, se oyen ruidos. Alzo la vista, para mi sorpresa, hay rendijas entre las tablas por donde asoman colas de rata. Las paredes están muy sucias y la ventana está prácticamente tapiada. Antes de dormir, mato una cucaracha que entra por debajo de la puerta sin permiso. En la vida hubiera pasado por mi cabeza dormir en un lugar así, ni poder soportar el estar rodeada de suciedad o de animales o insectos que nunca me han agradado. Ahora, puedo decir con mucho orgullo, que soy capaz de ello e incluso me reto a que cada día pueda perder un poco más el sentido del asco y ganar el de la libertad. Porque es cierto que sólo puedo seguir viajando si logro adaptarme a todas estas adversidades. 

A la mañana siguiente, el sol está presente y los pájaros cantan. Desayuno con tranquilidad, escuchando con detenimiento las distintas melodías que la fauna tropical me brinda. Aparece el mismo hombre que ayer me trajo hasta aquí. Pregunta si quiero ir a Ubud y a qué hora. Fácilmente, le respondo que sí, a las nueve. Sin prisa alguna, termino el arroz, el plátano, la tempura de verduras y el zumo de mango. 

De camino hacia allí, un malentendido al comunicarnos hace que el hombre me deje a unos cuantos kilómetros del centro del pueblo. Sin saberlo, empiezo a andar en la dirección que creo correcta. Poco después, en mi cabeza surge la duda de si voy en la dirección equivocada. Paro a preguntar a varias personas, aunque no muchas entienden lo que quiero decir y otras simplemente no saben hacia donde mandarme. 

Por lo menos paso una hora andando, sin un rumbo claro. Aunque sé el camino de vuelta y también sé que a las seis de la tarde estará el hombre allí para recogerme. Me distraigo con cualquier cosa, paro a saludar a la gente, a hacer fotografías, tomo caminos alternativos, entro a los templos que hay al paso. De repente, una mujer que va en moto para delante de mí, se gira y pregunta si puede llevarme a algún sitio. Wayan, que así se llama la mujer, trabaja en una tienda de ropa del mercado central de Ubud y se dirige hacia allí. Sin pensarlo, subo a la moto.

Creo que es demasiada casualidad que abunde tanto este nombre, además a modo unisex. Es por eso que en mi cabeza se empieza a montar una teoría que relaciona el nombre con la edad entre los hermanos. En diversas ocasiones, otras personas se han presentado añadiendo el número de hermanos que tienen y la posición que ocupan entre ellos. Es un tema en el cual debo indagar, pero ahora voy demasiado centrada en el camino. 

Llegamos al centro del pueblo y no dejo de pensar en las horas que hubiera pasado andando si no fuera por Wayan, ya que estaba bastante lejos. Al despedirme de ella, me invita a volver en su moto sobre las seis de la tarde, cuando sale de trabajar. Encantada por su oferta, le respondo que iré en su búsqueda antes de esa hora. 

Ahora sí, con el mapa en la mano, me dirijo hacia el "Monkey Forest", una de las principales atracciones de Ubud. Se trata, como bien dice el nombre, de un bosque donde hay monos. Allí viven en libertad, aunque no dejan de suponer un recurso turístico que conlleva unas instalaciones poco comunes en su hábitat natural. 

Nada más entrar, empiezo a ver macacos mire donde mire. No esperaba tal recibimiento, pero resulta muy gracioso. Esta vez me dejo llevar, sin reparar en que estoy formando parte de esta masa de gente con el mismo objetivo. Saco fotografías, hago vídeos y paso varias horas paseando y observando el comportamiento de estos animales tan divertidos. Los más pequeños se cuelgan de la parte delantera de sus madres, incluso con éstas a gran velocidad o altura. Imagino la adrenalina que deben sentir desde bebés y entonces comprendo el comportamiento bipolar de los adultos. Tan pronto descansan como saltan, juegan dulcemente como sacan los dientes, caminan despacio como se echan a correr. 

Madre e hijo en Monkey Forest

Después de tres horas entre primates, voy en búsqueda del mercado donde trabaja Wayan. Ubud está lleno de locales comerciales y turísticos, la mayoría vacíos. Supongo que por estas fechas, la gente ha decidido tirar hacia la costa para pasar las navidades en la playa. La verdad es que el ambiente que hay en la calle principal no me atrae nada, es demasiado occidental. Entro en varias galerías de arte que hay metidas en pequeños templos donde viven los mismos artistas. Un hombre se dedica a tallar los troncos de los árboles, todavía vivos, para darles forma de personajes fantásticos. Hace un gran trabajo, pienso, así que paso un rato observándolo. 

Una vez dentro del mercado, pregunto por Wayan a varios tenderos, ya que son muchos y no logro encontrar su cara. Hago un largo recorrido entre las infinitas paradas de telas, especias, frutas exóticas y diversos souvenirs. Más tarde, me dispongo a salir de allí, sin éxito, decidida a comer en algún lugar cercano. 

-Silvia!! Silvia!!-escucho de pronto, en la lejanía-
-Hey, Wayan!! I was trying to find you!!-le grito, acercándome a ella con mucha alegría-

Charlamos un rato, veo su tienda, compro un pareo muy bonito y quedamos en que la visitaré más tarde para que me lleve al punto de encuentro con el chófer del hotel. Antes de irme, me recomienda un "warung", es decir, un restaurante local para comer. 

Paseando por Ubud, doy con dos chicas argentinas que llevan mucho tiempo viajando por Asia y, a temporadas, trabajan en Australia o Nueva Zelanda. Celeste y Mari Cruz me cuentan sus experiencias con mucho entusiasmo, lo cual provoca en mí mucha ilusión al imaginar que yo también podría hacerlo.  Al mismo tiempo, una sensación de tristeza me invade. Es la soledad, el no poder compartir todo esto con alguien a mi lado. Echo de menos a Tea, me gustaría que ella fuera mi compañera de viaje. Las argentinas me proponen viajar las tres juntas, lo cuál aprecio mucho, pero no creo que sea una buena idea por el momento. 

Tengo ganas de dirigir mi propia experiencia al completo, sin ningún compromiso. Hoy mismo, me apetece cambiar este lugar por uno con playa, donde pueda volver a hacer snorkle o simplemente relajarme mirando al mar. Así que decido tomar toda la información necesaria para viajar mañana hacia una isla cercana, Nusa Lembongan. Después de regatear precios, apalabro una plaza para salir mañana a las nueve de la mañana. 

Vuelvo hacia el mercado, donde todos los tenderos están recogiendo para cerrar. Wayan me explica que debe prepararse para la ceremonia de esta noche y me invita a su casa para celebrarla con ella y su familia. Yo estoy encantada, aunque dudo que pueda ir, ya que el hotel donde me alojo está muy retirado de la zona donde ella vive y no tengo medio de transporte propio. Ella se ofrece a llevarme al terminar la ceremonia, pero no quiero ser una molestia, así que me niego a ello. 

Ya de camino en su moto, empieza la tormenta del día. Al llegar donde el chófer está esperándome, las dos estamos completamente empapadas. Me despido de Wayan con mucho cariño y agradecimiento y subo al coche, intentando mojar lo menos posible. 

Vuelvo a encontrarme en esta especie de templo solitario y encantado. "Sólo una noche más y ya te vas, Silvia", me digo en voz alta. Ahora pienso en cuántas veces he alucinado con la gente que dice hablar consigo mismo en voz alta. Nunca hasta ahora había sentido la necesidad de hacerlo, así que supongo que corresponde a un hecho ligado a la soledad. 

Tras una larga ducha de agua ardiente, me acomodo en la habitación, cubriendo los cuatro costados de la cama con la mosquitera, por tal que no entre ningún insecto en mi espacio. Pongo la alarma a las seis y media de la mañana. Debo estar lista a las siete para hacer una videollamada con mi padre, mi abuela y mis tíos y primos; los cuales cenan todos juntos en casa de mi padre por nochebuena. 

Muchos pensamientos acerca del futuro, la soledad y el amor intentan alterar mi estado de ánimo. Para luchar contra ello, respiro profundamente e intento desviar la atención hacia estas respiraciones, con la mente en blanco. Siento mucho cansancio y al fin, dejo que la calma y el sueño se apoderen de mí. 

8 comentarios:

  1. nena!!! Bon Nadal!!!! disfruta molt!!! muak

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    1. Igualment, bona entrada d'any! aquest any és surrealista, no penso gens en que és nadal... suant la gota grassa, nano!! jajaj

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  2. q envidia haber ido a ese parque de monos! te he echado mucho de menos en estas fiestas, están siendo muy raras este año.
    te quiero y espero que vuelvas pronto!
    Muaaaaaaaak

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    1. Ya...te hubiera encantado, eran tan divertidos!! Pues imagínate para mí lo raras que están siendo, jajaj!! no, pero ya te entiendo...muchos besos hermana!! a ver si pillo conexión buena y videollamamos!!

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  3. xurri! tens molta raó amb lo dels noms, a Uganda hi havia una tribu musulmana que li posava els noms als fills segons l'ordre de naixement, era molt curiós perquè quasi tothom es deia igual! jeje, en general se li dóna molta importància als naixements! també hi ha noms pels bessons i per quan has nascut amb alguna peculiaritat, a mi pels 4 dits em van dir que segur que tindria un nom i que era una senyal de que era algú especial... jajaja! ah i ja veig que segueixes els meus consells de respirar per no pensar! tranqui que la soledat és passatgera i és bo sentir-la de tant en tant que així valores més el que tens! jo et tinc molt present en el meu dia a dia, sempre penso que deus estar fent en aquell moment! jejeje, ah i segueixo molt orgullosa de la teva superació de les manies! quan puguis conviure amb un pèl o restes de goma ja estaràs curada! jajajaja, ah i el tio dels hotels no seria un bon contacte per montar algu? bueno ja aniràs explicant... t'estimo molt!!!

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    1. Curada diu...jajaja!!doncs bé, m'agrada que em segueixis parlant com si estiguéssim al sofà de casa teva, fa que em senti molt propera a tu també. Encara estic intentant inspirar per un forat i expirar per l'altre, jajaj!i no hi ha manera...

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