sábado, 17 de enero de 2015

19.por ser un poblado excelente

Desayuno con Illay. Pancake de plátano y té, algo que no nos desagrada, pero tampoco es lo mejor que nos han servido en Indonesia. Damos un paseo por el mercado de artesanía de Senggigi, aunque todos los puestos tienen casi lo mismo y pronto nos aburrimos. Luego andamos por la orilla de la playa, tampoco muy atractiva, ya que el agua está muy sucia y arrastra mucha basura hacia fuera. Así que nos sentamos a la sombra de una palmera y pensamos en lo que debemos hacer a continuación. 

Personalmente, barajo varias opciones: el pasar una noche más en Senggigi, dirigirme hacia una pequeña isla casi inhabitada al suroeste o visitar un pueblo tradicional entre la selva y los campos de arroz. Finalmente, Illay y yo vamos a recoger nuestras pertenencias al hotel, nos despedimos y decido ir a probar suerte a la montaña por segunda vez. 

Tomo dos bemos diferentes que me conducen hacia Tete Batu, aunque me dejan a medio camino. Sigo preguntando cómo llegar hasta allí y un hombre con una gran furgoneta dice que él va en esa dirección y que suba a su vehículo. Pregunto cuánto va a cobrarme por ello y después de regatear, subo decididamente. Primero quiere parar a comer, así que aprovecho para comer yo también, ya que el warung que ha elegido tiene buena pinta. 

Tras comer con el conductor, hablar con las cocineras y jugar con una niña a hacer figuras de plastilina, me siento en el asiento delantero de la furgoneta y no dejo de prestar atención a todo lo que dice o hace el conductor, que me parece un completo loco. Cada vez que ve a una persona en el arcén frena en seco y baja para convencerlo de que tiene que subir a su furgoneta, que él le llevará donde quiera. La gente pone caras de desagrado, pero tras una serie de explicaciones a viva voz y en medio de la calle, se sienten forzados y terminan haciéndole caso. En una ocasión, dando un giro en una calle embiste a una pareja que va en moto. Yo estoy entre sorprendida y asustada, no doy crédito a que el conductor esté actuando de este modo. 

Llegamos a un punto donde el hombre me hace bajar y pide a un chico que va en moto que me lleve a Tete Batu. Sinceramente no entiendo nada, pero confío en que hoy llegaré a mi destino sea como sea. Me subo a la moto y paso todo el largo camino con un gran dolor de cervicales y riñones, debido al peso de las dos mochilas y el equilibrio que debo ejercer para no caerme. El chico practica una conducción segura pero muy irritante. Cada vez que percibe algún posible peligro pita y frena, lo cual me hace gracia al principio, pero en cuanto lo empieza a hacer sin parar resulta muy molesto.

En un cruce hacia Tete Batu norte o sur, el chico para frente a un warung, supongo que para preguntarme hacia donde tirar. No me da ni tiempo a pensar que ya tengo a cuatro hombres alrededor ofreciendo alojamiento u otros servicios. Les escucho, pues no tengo ni idea de dónde estoy ni de dónde puedo dormir, además de que necesito un poco de sosiego en este duro trayecto. Entonces, uno de los hombres, que se presenta como Mr.Bram, me convence de que debo ir a dormir a su casa si realmente quiero empaparme de la cultura y la tradición de su aldea.

Afortunadamente, me despido del chico que me trajo hasta aquí y paso un rato con Mr.Bram y sus amigos; entre ellos, un holandés que se aloja en casa de Mr.Bram desde hace tres meses y está haciendo un estudio sobre la población. Mr.Bas, que así se hace llamar, es un chico de veintiséis años que estudia sociología y actualmente elabora su tesis final desde Tete Batu. Aquí, dice encontrarse en el mejor lugar para el estudio de un auténtico pueblo sasak, o lo que es lo mismo, originario de Lombok. Todo apunta a que debo quedarme a probar, ya que tampoco tengo ninguna otra referencia.

Monto en una moto y, tras un camino de piedras y barro, me encuentro en casa de Mr.Bram con su mujer Hur y su hijo Parisan, de seis años. Hur está embarazada de cinco meses, desde el primer momento me provoca ternura sólo con mirarla. Aun en estado, la pobre chica no hace más que acondicionar la casa, preparar té y café para nosotros y cocinar. Hur también prepara mi cama en un gran colchón en el suelo, en una habitación que apenas cabe nada más. Hoy empiezo realmente a vivir la tradición musulmana desde dentro, lo peor es que no me dejan ayudarle en nada y tengo que habituarme a que ella lo haga todo mientras nosotros seguimos de ocio.

Pasado un rato, Mr.Bram y sus amigos me enseñan la pequeña cascada que está a cinco minutos andando desde la casa. Un grupo de niños desnudos se divierte bañándose y echándose agua uno a otro. Al verme, se avergüenzan e inmediatamente corren para ponerse sus calzoncillos o pantalones. Me dan ganas de bañarme, aunque me hago a la idea de hacerlo en otro momento, ya que hoy tengo mucho calor pero no dispongo de bañador ni toalla.

Tomamos un té en el único warung de la aldea. Muchos locales se acercan para hablar conmigo. Este ambiente me recuerda a Molinos, un pequeño pueblo de Teruel donde mi tío tiene una casa y algunas veces he ido a pasar unos días. La gente sale a la calle a hablar con su propia silla, unas cartas para jugar o algo para comer o beber. Aquí es similar, ya que todos se juntan para pasar una velada en compañía, echan partidas de dominó y traen plátanos, cacahuetes y dulces para compartir.

Volvemos a casa de Mr.Bram para cenar. Hur ha preparado unas verduras salteadas, soja y pollo frito y arroz hervido. Mezclo un poco de cada en un plato y me dispongo a comer. Pero Hur quiere que me sirva más arroz. Insisto en que no me sienta bien comer tanto arroz cada día, aunque me cuesta hablar con ella porque no entiende casi nada de inglés ni yo de indonesio. Así que finalmente, cedo en la batalla por no hacerle un feo y termino comiendo todo el arroz que ella desea que coma.

En mi primera noche en Tete Batu, Mr.Bram y yo mantenemos una larga charla en el salón acerca de los planes de negocio que andan por nuestras respectivas mentes. Él me cuenta cómo está creciendo el turismo día tras día en Lombok y específicamente, en su aldea. Quiere aprovechar para lanzar varios proyectos que realcen este destino; uno es el acondicionamiento de la cascada y el cobro de una entrada para acceder a ella, otro es la señalización de una pequeña ruta por el Monkey Forest y los bancales de arroz cercanos a su casa, y el último consta de la construcción de más habitaciones para alojar a los visitantes y su consiguiente difusión en Internet.

Por mi parte, le cuento que voy en busca de un lugar en la costa donde me sienta cómoda para establecer un pequeño negocio. Mr.Bram se emociona porque parece tener la idea perfecta para mí. Me habla sobre la costa este de Lombok, donde las playas todavía son vírgenes y casi no disponen de alojamientos turísticos. Justamente, él conoce a mucha gente en un pueblecito tranquilo con muchas posibilidades, ya que se halla cerca de unas pequeñas islas solitarias y paradisíacas a las cuales se puede acceder en barca para hacer snorkle, buceo, pesca o simplemente para descansar. Además, también se encuentra a pocos kilómetros del puerto que conecta Lombok con las siguientes islas del este, así que todo en conjunto suena fenomenal en mis oídos.

De repente, Mr.Bram y yo nos sentimos muy felices por habernos conocido y prometemos ayudarnos a tirar de nuestros proyectos adelante. Soñamos en cómo sería compartir clientes creando una ruta perfecta entre la montaña y la playa. Él está aprendiendo a manejar Internet recientemente, ya que hasta el momento no tenían acceso en toda la aldea. Para empezar, le enseño algunas páginas web para poder anunciar su alojamiento y terminamos el día con la cabeza llena de propuestas para ambos.

Mis días en Tete Batu transcurren muy lentamente, aprovechando cualquier ocasión para conocer la vida en la aldea. Algunas veces me voy sola a pasear entre campos de arroz, cocoteros, huertos donde se siembran o se recogen hortalizas y verduras, lagos, ríos, gente yendo a buscar hierba para sus vacas y monos negros con una larga cola saltando de árbol en árbol. Este es el paisaje que se me ofrece a diario para explorar con tranquilidad. Pronto casi toda la aldea me conoce y me resulta muy fácil dejarme llevar en cualquier momento por cualquier persona.

Un día voy con Mr.Jaya a la escuela que entre varios voluntarios han levantado y dan clase de una manera bastante deplorable, aunque para la aldea esto representa mucho más que nada. La construcción está inacabada, toda de cemento, sin luz, sin puertas ni ventanas. En todas las aulas sólo hay una pizarra, una mesa y una silla para el profesor y unas cuantas esterillas en el suelo para los alumnos. Los niños se muestran muy felices al verme aparecer y al darles clase de inglés de manera improvisada. Pero la diferencia de edad entre alumnos y la falta de un buen sistema de aprendizaje provoca que tengan un nivel muy bajo.

Posando para la foto en el patio del colegio

Mr.Jaya me invita a su casa para conocer a su familia y mostrarme los pájaros que tiene enjaulados como hobbie y la plantación orgánica de champiñones que produce en una habitación. Ambas cosas me sorprenden, ya que todavía no había visto a nadie que se dedicara a esto en Indonesia. Luego, me invitan a comer una sopa de champiñones con arroz y varios snacks fritos de acompañamiento. Un gato ronda alrededor de todos los platos, intentando comer de ellos. Afortunadamente, esta es una de las cosas que ya no me quita el hambre.

Otro día voy a dar un paseo con Mr.Bram y su amigo Hir. Juntos caminamos entre los estrechos senderos de los bancales de arroz y ellos me van explicando todo lo que va surgiendo al paso; desde los diferentes frutos que los árboles ofrecen hasta los procesos de trabajo que comportan cada uno de los alimentos que después comemos.

Más tarde, paramos en un campo de arroz y Hir se mete hasta las rodillas, dentro del barro. No pregunto qué es lo que pretende, ya que espero descubrirlo por mí misma. Hir comienza a escarbar con sus manos profundamente, retirando grandes cantidades de barro hacia un lado. De repente, Hir extrae de la tierra una especie de culebra de unos veinte centímetros de longitud y se la pasa a Mr.Bram para que la aporree contra una piedra y la pinche en un palo, agujereando su cabeza. Dicen que el lindung es un alimento muy preciado por su alto contenido en proteínas y su rico sabor, pero no me dan ningunas ganas de probarlo. Después de una hora aproximadamente, Hir ya ha encontrado una docena de lindungs, entonces volvemos a casa para que las mujeres los cocinen primero en las brasas y una vez bien muertos, fritos con ajos y acompañados de arroz.

Pincho de lindungs

En otra ocasión, Mr.Bram me lleva a un jardín con unas vistas maravillosas a una cascada. En seguida bajo unas escaleras que me llevan hasta el agua y paso un buen rato sola, nutriéndome de la energía que este paraje desprende. Luego vuelvo hacia arriba, esquivando pequeñas ranas a mi paso, que ni se inmutan al ver mi pie aterrizar cerca suyo. En el jardín, un amigo de Mr.Bram está construyendo bungalows para turistas y dispone de unas cuantas mesas y sillas para servir bebidas al atardecer. Pasamos allí toda la tarde prácticamente; tomando té, hablando y riendo hasta que el sol desaparece por detrás de la montaña.

Después de este magnífico espectáculo, me quedo con las ganas de visitar una cascada aún más alta si la hay, así que pregunto a Mr.Bram dónde podría encontrarla y cómo llegar hasta allí.

Al día siguiente, viajo con Mr.Bram cruzando campos y más campos de arroz, pequeñas aldeas, grandes mezquitas y carreteras en muy mal estado. Aparcamos al lado de unas plantaciones de café, las cuales debemos cruzar para llegar a un lugar recóndito donde se encuentra una de las cascadas más altas de Lombok. Seguimos un camino hasta llegar a la gran piscina natural que hay bajo el salto de agua. Al fin llega el gran momento de refrescarme y dejar que la fuerza del agua arrastre mi cuerpo con la corriente. Mientras tanto, Mr.Bram se dedica a retratar mi felicidad a través de una serie fotográfica en la que la cascada y yo somos las únicas protagonistas.

Cascada al noreste de Tete Batu

El fino colchón en el suelo que representa mi descanso, resulta más bien ser mi cansancio. Al comentarlo en casa, Hur me manda con su anciana tía, la cual toman por buena masajista y conocedora del cuerpo humano. Y no lo dudo, aunque el rato que paso allí se me hace bastante incómodo. Mientras espero a que la mujer termine sus oraciones, observo que la casa está muy sucia y veo insectos por todas partes. Luego, mi mirada queda fija por unos segundos en los dientes de la anciana; que además de pocos y mal colocados, son de color marrón rojizo, lo cual da un aspecto horrible a su cara.

El masaje procede tumbada en una esterilla en el suelo de cemento, durísimo. Lo último que consigo es relajarme, ya que la anciana no deja de resoplar por la fuerza que emplea con sus manos, e incluso llega a escupirme en la piel para luego extenderme su baba frotándola en círculos. Así que lo único que puedo hacer ahora es concentrarme en el momento de marchar de allí y lavarme. De todos modos, ya se sabe que a veces, estar abierto a vivir nuevas experiencias es contradictorio.

Llega el día de la celebración del aniversario del profeta. A las cinco de la mañana, casi toda la aldea está en la mezquita para rezar. Más tarde, pasamos varias horas reunidos junto al warung, donde se cocinan diferentes platos para compartir entre toda la población. A la llegada de una nueva familia, se les cede un espacio para sentarse y una bandeja repleta de comida. También se escucha música y se juega con los niños, que corren exaltados de arriba a abajo.

Comida para celebrar el nacimiento del profeta
A medida que pasan los días tengo deseos de quedarme en Tete Batu, ya que me ofrecen alojamiento para realizar un voluntariado en la escuela, siento que encajo en todas partes y que en la calle, la gente ya me llama por mi nombre. Parisan y su prima Jenita me entretienen todas las horas que paso en casa, incansables; jugando a que les persiga, les haga volar cogiéndolos por los brazos o simplemente tratemos de hacer una torre con piedras. También paso tiempo en el huerto de Mr.Bram recolectando tomates, chillis o pepinos. Aprendo mucho más indonesio que en todo el tiempo que he pasado en grandes ciudades o en lugares más turísticos. 

Una tarde, Mr.Bram me lleva a un poblado cercano a bastante más altura, desde donde hay bonitas vistas del volcán Rinjani. Allí pasamos hablando mucho rato sobre nuestras vidas, él se sincera conmigo acerca de su pasado y sus intenciones de futuro. Yo le comento que debo empezar a pensar en cambiar de lugar para seguir descubriendo, además de sentir que ya necesito el contacto con el mar. Por otra parte, me gustaría poder hacerme ya a la idea de la viabilidad de iniciar un proyecto de futuro aquí. Mr.Bram propone llevarme mañana hacia la costa este y enseñarme algunos terrenos que hay a la venta en frente del mar, la cual cosa me parece perfecta. 

Me despido el último día de toda la gente que veo por la calle. Todos piden que no me vaya o que vuelva pronto aunque sólo sea para visitarlos. La hermana de Mr.Bram me invita a ir a la guardería para ver cómo funciona todo allí. Yo voy encantada y los niños me cogen cariño en tan solo unas horas, dándome besos y abrazos. Les hago repetir el abecedario o los números en inglés, lo cual parecen aprender con facilidad. Al finalizar la clase, me enseñan cómo terminan cada día, con una canción y un baile para despedirse.

La profesora me deja su dirección para que pueda mandarle material escolar, el líder de la aldea me pide un donativo para un concurso de pintura que quieren promover para los niños, Hur solamente quiere que le de un forro polar que le gustó. Es un placer poder hacer feliz a alguien con tan poco, entonces empiezo a imaginar todo lo que podría recolectar y mandarles desde España; y lo agradecidos que todos estarían.

Yo sólo pido una cosa a Mr.Bram; y es que intente mantener el espíritu de esta aldea sin corromper, porque por mucha riqueza económica que esté por venir, nunca va a poder suplir la riqueza personal de la que hoy en día disfrutan.

2 comentarios:

  1. Qué guay que hayas escrito! miro cada día a ver si hay algo nuevo. Me ha dado bastante asco lo de las culebras esas que se comen y también la vieja de dientes feos que escupe... puaj!
    un beso enorme!

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  2. jajaja cada día hay algún episodio de asco por aquí... cuando no es una cosa es otra!

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